La tercera semana del I Carnaval de Neurociencias suma otras tres entradas al repertorio carnavalístico más neuronal que jamás se haya cantado en lengua hispana. Magia, autismo, fotografía, Cajal, historia, neuroeducación y neuromitos son algunos de los temas tratados.
El tiempo pasa y el NeuroCarnaval no se detiene, crece despacio pero sin pausa, germinando sus brotes hacia el cielo y raíces hacia las profundidades de la blogosfera, vasta, ilimitada, inconcreta y maravillosa.
Comienza ya la última semana de esta primera edición, y te recordamos que todavía estas a tiempo de enviar tu entrada y optar así al premio de una subscripción digital a la revista Mente y Cerebro de Investigación y Ciencia.
Pero volvamos atrás y repasemos la semana que acaba de terminar, la tercera, con un resultado neto de +3 entradas, contando una vez más con el privilegio de unos autores excepcionales.
Daniel Gómez, doctorando en el Instituto Cajal de Madrid donde investiga la electrofisiología de los ritmos cerebrales, también es mago y nos cuenta desde su blog Neuronas y Centellas una actividad que realiza con la asociación de tiempo libre para gente con discapacidad. Se trata de una serie de trucos e ilusiones con los que disfrutan especialmente sus espectadores con autismo, algo muy interesante ya que en general manifiestan dificultades para entablar interacciones sociales (también actividades en grupo que a priori son similares a las que lleva a cabo Daniel). He aquí la magia de la magia.
José Ramón Alonso, insaciable escritor, repite en el NeuroCarnaval, esta vez desde Principia, con una segunda entrada encuadrada en su muy recomendable serie sobre el padre de la Neurociencia moderna: Santiago Ramón y Cajal. Una vez más, nos embriaga con los detalles menos conocidos de la vida del premio Nobel, en esta ocasión su pasión fotógrafa. No es de extrañar que un genio de la histología también sintiera una inclinación irresistible hacia la fotografía (ambos acarician un reflejo estático de la realidad). Lo más sorprendente de Cajal es su persistente capacidad para fascinarse, con tan dispares elementos naturales, no sólo los ladrillos neuronales que conforman el entramado cerebral, sino también el comportamiento peculiar de la propia luz al atravesar una rendija, fenómeno con el que Cajal descubrió en su niñez el principio básico de la fotografía.
Carmen Agustín, profesora de la Universidad Jaume I de Castellón, retoma el testigo reflexivo de la semana anterior del NeuroCarnaval y nos ofrece, desde el blog De Ratones y Hombres, un recorrido vertiginoso por la neurociencia, sus gérmenes históricos, su carácter multi-abordaje, y una reflexión sobre el neuro-todismo que impregna a una multitud de disciplinas que han incorporado en los años recientes este prefijo ya casi mayestático. A la postre, nos invita a pensar sobre una de las preguntas del millón: ¿somos o no somos nuestro cerebro? ¿Somos o no sólo somos? ¿Siquiera podemos (sería aceptable) serlo? ¿O es que los experimentos hasta la fecha no pueden decir nada al respecto? ¿O tal vez no sea ese un problema abordable por la neurociencia? ¿O sí?
Seguimos sumando.