El I NeuroCarnaval alcanza su ocaso con una última semana cargada de potencia divulgadora. Queda de manifiesto que hay neurocientíficos que miran con cautela, o directamente escepticismo, las repercusiones que puedan llegar a tener estas disciplinas, y que se hace necesario una divulgación / comunicación con mayor profundidad donde tengan cabida tanto riesgos como beneficios y se depuren los segundos de tanta parafernalia – que no humor- con la que se suelen disfrazar (de ahí lo del carnaval).
Rigor y humor no son conceptos contrapuestos en divulgación, y si no que se lo digan a este Carnaval.
La última semana del I Carnaval de Neurociencias finaliza con 5 entradas:
La primera nos introduce a una técnica que casi siempre aparece junto al vocablo Neurociencias. Si te digo “neurociencia” y te pido que me digas sin pensar qué es lo que te viene a la cabeza, no sería extraño que me dijeras…
… escáner cerebral,
¿Verdad?
De las diversas formas que hoy hay para hacer un escáner cerebral, quizá la más famosa es la fMRI (resonancia magnética funcional). La fMRI es un procedimiento que se lleva a cabo dentro de unas cámaras bastante aparatosas donde uno se tumba y nos aplican un campo magnético para medir una cosa concreta en el cerebro: el nivel de oxigenación de la sangre. La fMRi se puede utilizar para investigar la función del cerebro y también para otras aplicaciones. En su post, Pablo Ripollés (estudiante de doctorado en la Universidad de Barcelona, Unidad de Cognición y Plasticidad Cerebral – IDIBELL), nos explica sus hazañas en la puesta a punto de este procedimiento en un hospital con el que colabora su laboratorio. Gracias a ese encuentro ente la clínica y la investigación básica, hoy un hospital de Barcelona puede emplear esta metodología para el diagnóstico de enfermedades.
La segunda entrada, por Roberto Carlos Agis-Balboa (investigador del Instituto de Investigación Biomédica de Vigo – Área de Neurociencias y Enfermedades Psiquiátricas) nos ofrece una visión global: del pasado al presente y futuro de las neurociencias, sus aplicaciones, implicaciones y también peligros, los retos y las promesas, los dilemas y aspiraciones. Sobre la utilidad de esta disciplina, afirma: para conocernos y para pensar. Y nos trae también un dato interesante:
el coste de las enfermedades del cerebro en Europa son unos 800.000 millones de euros al año, más que el coste de las enfermedades cardiovasculares, cáncer y diabetes juntos.
Manuel José Rodríguez, Professor Agregat en la Universitat de Barcelona, nos habla del vértigo que produce estar instalado en la duda, y que, por ello, muchas personas (incluidos profesionales científicos) tienden a vestir de verdad absoluta el todavía incompleto conocimiento que disponemos acerca del cerebro. Nos comenta el ejemplo de la frecuentemente forzada relación entre neuronas espejo y autismo, y el problema de las tremendas implicaciones de ciertos titulares excesivamente simplificados que aparecen en famosos espacios televisivos de divulgación.
Sobre los titulares exagerados y las frases hechas hablan también la coalición de investigadores formada por Casto Rivadulla (Universidade da Coruña, Grupo NeuroCom) y Juan de los Reyes (Hospital Nacional de Parapléjicos, Grupo de Neurofisiología Experimental) que nos regala una serie de dos entradas donde abordan rigurosamente el tema del Carnaval. ¿Para qué sirven las neurociencias? Bueno…. una pregunta interesante, pero espera un segundo, también hay que decir para qué NO sirven las neurociencias. Sólo comprendiendo lo que no se puede esperar de esta disciplina, podremos valorar correctamente (sin fanatismo ni decepción) lo que ésta nos pueda llegar a ofrecer. En su segunda entrada, que en realidad es una clase magistral, Casto y Juan nos regalan una elegante y potente argumentación que viene a refutar uno de los eslóganes más extendidos sobre el cerebro: “el cerebro nos engaña”. ¿A ti también te engañaron?
En cuanto la revista Investigación y Ciencia lo decida, anunciaremos el ganador de esta primera edición del Carnaval de Neurociencias.